Las mujeres que bordaron su libertad (Libro Físico)
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Una ciudad que con pocos años de haber sido refundada ya estaba maltrecha por un gran fuego y sufría las consecuencias de los constantes ataques delos ingleses a Portobelo, en el Caribe, donde llegaban los barcos negreros para vender y distribuir las “piezas” en el lucrativo negocio de la esclavitud.
Damiana, una esclava costurera, servía a la familia Fernández Bautista junto a una veintena más de esclavos. Las leyendas de los valientes cimarrones en siglos pasados, las humillaciones y maltratos a los negros esclavos acrecentó el odio hacia sus patrones y convenció a Damiana junto a otras dos esclavas, Manuela y María Yoruba, que debían huir para ser libres. Las tres armaron un plan para escapar y se valdrían de un arte que inició a mediados del siglo XVI en Panamá la Vieja y traspasaron de generación en generación: bordar polleras criollas. Ellas aprendieron de sus patronas y llegaron a superarlas en técnica y elegancia. Las negras esclavas transmitieron este arte a su descendencia como algo propio.
La historia del contrabando de aquellos tiempos era un secreto a voces, en donde estaban inmiscuidos hasta los gobernantes. Las negras harán tratos con los contrabandistas quienes, a pesar de las leyes, comprarán a las esclavas las polleras a precios lucrativos y, así, ellas canjearán la libertad o simplemente huirán. Un asesinato cambiará el camino trazado con tanto esmero.
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Una ciudad que con pocos años de haber sido refundada ya estaba maltrecha por un gran fuego y sufría las consecuencias de los constantes ataques delos ingleses a Portobelo, en el Caribe, donde llegaban los barcos negreros para vender y distribuir las “piezas” en el lucrativo negocio de la esclavitud.
Damiana, una esclava costurera, servía a la familia Fernández Bautista junto a una veintena más de esclavos. Las leyendas de los valientes cimarrones en siglos pasados, las humillaciones y maltratos a los negros esclavos acrecentó el odio hacia sus patrones y convenció a Damiana junto a otras dos esclavas, Manuela y María Yoruba, que debían huir para ser libres. Las tres armaron un plan para escapar y se valdrían de un arte que inició a mediados del siglo XVI en Panamá la Vieja y traspasaron de generación en generación: bordar polleras criollas. Ellas aprendieron de sus patronas y llegaron a superarlas en técnica y elegancia. Las negras esclavas transmitieron este arte a su descendencia como algo propio.
La historia del contrabando de aquellos tiempos era un secreto a voces, en donde estaban inmiscuidos hasta los gobernantes. Las negras harán tratos con los contrabandistas quienes, a pesar de las leyes, comprarán a las esclavas las polleras a precios lucrativos y, así, ellas canjearán la libertad o simplemente huirán. Un asesinato cambiará el camino trazado con tanto esmero.
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